NO QUIERO UN HIJO TORPE
- marketingana
- 19 ago 2018
- 3 Min. de lectura

El orden en mi vida y especialmente en el hogar siempre ha sido un pilar a partir del cual poder avanzar, crear y crecer puesto que ese orden me permitía focalizar mi atención en los OBJETIVOS, pequeños o grandes que en cada etapa de mi vida me he ido marcando.
Por ese motivo, en el momento que fui madre de mi primer hijo tuve miedo de que ese orden, esos espacios libres de objetos, lugares vacíos, sin absolutamente nada, esa armonía en mi hogar se viera truncada por los miles de artículos que un bebé necesita, o al menos, ESO ES LO QUE ME HABÍAN HECHO CREER.
Yo quería recibir a mi bebe en un hogar en calma, armónico, con progresividad en todos los aspectos, adquiriendo todo aquello que fuera necesario a medida que se requiriese. Y sin embargo, conforme se acercaba el nacimiento del bebé, mi entornó empezó a “MOVILIZARSE”.
Fue verdaderamente incómodo cuando algunos familiares empezaban a proponerme regalos para la llegada del bebé que yo nunca hubiera imaginado adquirir.
Soy consciente que es de agradecer un acto de generosidad tal, sin embargo, en aquel momento de incertidumbre, de inseguridades, de espectación, etc.....esos regalos no me suponían algo realmente placentero.
El caso más escandaloso fue una CUNA DE VIAJE que me regalaron. Ocupaba mas espacio incluso que la cuna fija que yo había instalado en mi habitación. Afortunadamente me la regalaron con el ticket de compra! Je, je, je. Así que nunca utilicé la cuna de viaje.
Es más, nunca utilicé la cuna de mi habitación tampoco. Mi hijo prefirió la cama de sus papis durante mucho tiempo.
Son tantas las cosas que no he utilizado durante la infancia de mis hijos y que paradójicamente estaba convencida que eran imprescindibles tal y como había visto en la publicidad, o en personas cercanas.
Otro asunto que me deja sorprendida es cuando veo a futuros mamas y papás aprovisionándose de platos, vasos, cubiertos de colores en PLÁSTICO.
Personalmente soy bastante “anti-plástico” y especialmente en personitas tan pequeñas como los niños, que se están formando. Todos somos susceptibles, pero especialmente los pequeños son enormemente vulnerables a DISRUPTORES ENDOCRINOS como el plástico. Por ese motivo, trato de evitar su uso, aunque no siempre es fácil.
Pero hay una razón más importante por la que no compro ese tipo de artículos.
NO QUIERO TENER UN HIJO TORPE.
Considero que no permitiendo a un niño utilizar los mismos vasos de cristal que los adultos, les estamos predisponiendo a que pueden tener un accidente y que se les caiga el vaso o el plato.
Y lo más graciosos es que, aunque se les caiga el vaso de plástico, nos enfadamos y les reprendemos como si hubiera sido de cristal. ¿Acaso a mi o a mi marido no se nos caen a veces vasos o recipientes? A mi personalmente me ocurre más veces de las que me gustaría, y sin embargo a mis hijos, que desde pequeñitos beben en cristal, no recuerdo demasiados accidentes de este tipo.
Ofreciéndoles los mismos utensilios de los mayores, les ayudamos a utilizar las cosas con cuidado, a poner atención en lo que hacen, en definitiva, a crecer de forma respetuosa y enfrentándoles a un mundo real en lugar de a un mundo plastificado donde los accidentes no tienen consecuencias.
En fin.
Simplemente con este texto quiero llamar la atención al modelo de consumo que como madres y padres tenemos. Quiero que pensemos si estamos comprando desde la necesidad o simplemente desde un PATRÓN DE CONSUMO para el que nos han programado y que ni siquiera cuestionamos.
Dime si te ha gustado el artículo o por el contrario hay cosas en las que nos estás del todo deacuerdo. Me será de gran ayuda.